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Guissona, con su rico pasado histórico y arqueológico, es un tesoro cultural en la comarca de la Segarra, en Cataluña. Sus orígenes se remontan a la Edad de Hierro, donde se estableció un antiguo poblado en la actual plaza del Vell Pla, datado en los siglos IX-VIII a.C. Con el tiempo, este asentamiento evolucionó hasta convertirse en la destacada ciudad romana de Iesso, mencionada en escritos de Plinio el Viejo y Ptolomeo. Diversas lápidas descubiertas en la zona atestiguan el carácter de esta antigua ciudad romana.
El yacimiento arqueológico de la antigua ciudad romana de Iesso, situado al norte de la localidad, ocupa una extensión aproximada de 20,000 metros cuadrados y es considerado uno de los más relevantes en la región interior de Cataluña. Además de las ruinas romanas, se han hallado vestigios como la conducción de agua del recinto medieval y los pozos de la fuente del pueblo. Entre las piezas más notables se encuentra la lápida de Servilla Praepusa, que data del siglo II-III d.C. También es de gran importancia la escultura del genet romano y la necrópolis medieval, localizada actualmente en la zona de Cal Mines.
Tras la decadencia del Imperio Romano, Guissona atravesó un período de incertidumbre y vacío histórico. Sin embargo, en el año 975 d.C., el conde Borrell logró conquistar la localidad, aunque tiempo después fue derrotado por los árabes en el año 1015. Finalmente, el conde Ermengol IV recapturó Guissona en 1072, y durante su mandato, se inició la construcción de la iglesia de Santa Maria de Guissona en estilo románico. Aunque esta iglesia fue posteriormente demolida para dar paso al edificio neoclásico que hoy preside la villa, escasos datos perduran acerca de la antigua construcción románica.
La jurisdicción del lugar pasó al obispo de Urgell, y en 1505 se inició la construcción de una residencia destinada a los obispos, proyecto que fue interrumpido en 1514. Esta construcción, conocida como Obra de Fluvià o Santa Llúcia, se caracteriza por una rica ornamentación gótica tardía cercana al clasicismo.
La época barroca, que abarca los siglos XVII y XVIII, marcó la construcción de una nueva iglesia en Guissona. Esta representativa obra arquitectónica exhibe diferentes etapas de este estilo, destacándose en sus altares, órgano y coro. La nueva iglesia fue finalmente inaugurada en el año 1800.
El Raval de la Bisbal de Guissona es un encantador callejón de la ciudad, reconocido como parte del Patrimonio Arquitectónico de Cataluña. Originalmente ubicado fuera del perímetro de las murallas, este raval alberga el antiguo Convento y la Iglesia de Santa Mónica. Su urbanización comenzó a finales del siglo XIX, y previamente funcionaba como una vía de tránsito que conectaba los garajes de las casas de la calle Bisbal. En la actualidad, el Raval es una calle muy transitada y se encuentra abierta al tráfico, ya que sigue el perímetro del núcleo peatonal de Guissona, donde se concentran la mayoría de los comercios. Aquí, los visitantes pueden deleitarse con edificios de principios del siglo XX que exhiben elementos modernistas en su arquitectura. Estas construcciones, en su mayoría de tres plantas y estrechas, añaden encanto y carácter a la pintoresca localidad de Guissona.